16 mayo 2011

Daños Colaterales

Bicarbonato
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 Recuerdo siempre con mucha claridad un relato que hacía mi madre acerca de un sin fin de artefactos sanitarios, globos para iluminación y otros objetos que durante años estuvieron tirados sobre un terreno que pertenece a la unidad turística de Chapadmalal. Mis viejos iban a veranear en marzo a esos hoteles construidos, junto a un complejo similar en la provincia de Córdoba por el gral. Farrell, pero que cobrara real sentido social durante los primeros gobiernos peronistas. Los artefactos habían sido arrancados de sus bases en los hoteles sin miramiento alguno durante la “revolución” fusiladora del ‘55. La finalidad era borrar todo vestigio que permitiera memorar: los artefactos tenían la inscripción “Fundación Eva Perón”. Era más que suficiente para que el odio imperante del nuevo poder los deshiciera a martillazos. No obstante los pobladores rescataban nocturna y furtivamente aquellos que presentaban menor daño o ninguno excepcionalmente. Mi madre rescató un plafón que durante años conservó con mucho cuidado hasta que, por circunstancias no deseadas, se partió en mil pedazos un mal día. El mandato de deshacer la memoria se mantuvo latente hasta el golpe demoledor del ‘76; que ya no sólo apiló artefactos sino cadáveres. Mejor dicho escondió mediante la desaparición forzada de personas sus horribles crímenes. Crímenes para destruir no sólo a los llamados subversivos sino negando la existencia por sustitución de identidad de sus hijos; hoy buscados ejemplarmente por las Abuelas de Plaza de Mayo, sin claudicaciones y hasta que les de la vida. Obra que continuarán seguramente los nietos recuperados. El testimonio tremendo de Victoria Montenegro, difundido por radio y televisión, nos da la perspectiva en toda su dimensión. No hay argumento, por perverso que sea, que no pueda ser convertido en memoria de la historia, personal o colectiva. En este caso merced a la valentía de Victoria proyectada en función de la denuncia contra el fiscal Romero Victorica, como participante en su caso y en el paradigmático de los niños apropiados por la innoble señora de Noble. Memoria que proyecta luz, permitiendo disipar la niebla que parecía impenetrable merced al poder del grupo económico que fue parte integrante y beneficiario directo del golpe de estado del ’76 realizado por los militares de esa nefasta época. Cuando comúnmente tomamos bicarbonato para aliviar nuestra digestión, generalmente ignoramos que este polvo que disolvemos en un vaso con agua, tiene efecto rebote. Nos alivia al principio pero genera un nuevo malestar más acentuado después. Parece que cuando se trata de ocultar sucesos terribles pasa algo parecido: es decir reaparecen en la memoria personal y son trasmitidos colectivamente por aquellos que -como Victoria- se paran frente a la vida con la valentía necesaria para que ésta merezca ser vivida, con dignidad aunque haya que pasar una y otra vez por el dolor y reconstruirse cada día un poco más. Porque el rebote de la memoria sería ignominioso y fatal para continuar nuestras existencias mirándonos en el espejo, todos los días, cara a cara con nuestra desmemoria.- Julio Santamaría

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